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Foto del escritorKARIBIA ONG

La costura empodera a las chicas tanzanas


Aguja e hilo se convierten en las herramientas de muchas mujeres y chicas jóvenes de Kigoma para sobrevivir. Christina Lwelamila, de 74 años fundó la ONG local DUHAMABI (Dumisha Haki ya Mama na Binti, que en español significa Mantener los derechos de las mujeres y las hijas), con el fin de poder lograr la igualdad de género y oportunidades de empleo de chicas y mujeres jóvenes en riesgo de exclusión social de Kigoma, Tanzania.

«Empezamos en 2017 siendo muy pequeños y enseñando a muchas chicas aún adolescentes desde cero. Nuestro objetivo es darles poder a ellas para que puedan sustentarse y empoderar a otras», explica Christina.


El centro DUHAMABI es un taller formativo con fines sociales que proporciona una profesión y fortalecimiento para el empleo a mujeres de Kigoma que viven en los humildes barrios de Katubuka, Buhanda y Businde.


Muchas mujeres han encontrado en la costura una vía para subsistir y progresar, como Jenifar cuando a los 40 años tuvo que hacerse cargo sola de sus cinco hijos. «He aprendido a hablar con libertad. Al principio me daba miedo expresarme, pero ahora sé que puedo crear, coser y luego vender lo que produzca», que ahora, con 52 años, se siente «una mujer distinta».


En estos 3 suburbios de unos 35.000 habitantes, que no cuentan con alcantarillado, y la mayoría de hogares no están conectados a la luz eléctrica ni al agua corriente, miles de mujeres forman parte del sector informal (donde trabajan más del 80 % de los tanzanos) siendo una salida que les permitirá contribuir a la economía familiar con unos ingresos de unos 5000 chelines tanzanos al día (poco más de 2€).


Frente a esto, nacen iniciativas como DUHAMABI, cuya impulsora, Christina, inició sin apoyo del Gobierno o de ninguna otra organización, con el único objetivo de poder ofrecer una formación digna a estas mujeres.


Christina decidió empezar el proyecto al observar la situación en la que se encuentran las mujeres de esos 3 barrios, muchas sin acceso a una educación y con muy pocos recursos.

«Las mujeres aquí son increíblemente creativas, siempre traen consigo nuevas ideas, sólo necesitan la confianza para alcanzar sus objetivos. Tras pasar un tiempo con nosotras, todas quieren convertirse en empresarias», detalla Christina.


Tras el sueño de un taller propio

Tener un taller propio es el sueño de Elisabetta de 20 años, que sin contar con ninguna formación específica ni los recursos para seguir estudiando, ha empezado a atender el curso de costura este septiembre.


«Me quiero centrar en mi carrera, no puedo depender de un hombre, sólo de mí misma», afirma Elisabetta, quien confiesa que para sus diseños se inspira en la gente que ve en la calle, y alguna veces, cuando tiene acceso a ello, en la televisión o las revistas.

Esta joven de aspecto tímido y con un problema de estrabismo y de disminución de la agudeza visual se ha convertido en un ejemplo claro de superación. Con sus gafas recién estrenadas que le hemos facilitado, un nuevo mundo de posibilidades se le ha aparecido; «ahora ya puedo hilar la aguja sin recurrir a mis compañeras», nos dice dibujando una ligera sonrisa en su rostro.

«Mi sueño es tener un taller en el que trabajen cientos de mujeres sin recursos y poder ayudarles así a pagar el alquiler, la comida o el colegio para sus hijos», cuenta, ilusionada.


Máquinas de coser para que «no sean dependientes»

Los pedales de las pocas máquinas de coser con las que cuentan (1 para cada 4 chicas) y las bobinas de hilo no dejan de correr en este pequeño centro, donde coloridas telas africanas se combinan en todo tipo de estilos y diseños.


Entre 2017 y 2021, esta organización ha formado a más de 120 chicas, algunas ya casadas y con hijos, aunque, según reconoce Christina, la tarea «no es siempre fácil» y se dan algunos casos de fracaso entre las participantes en el proyecto.


«Nos llegó una chica de 15 años, había sido violada y tenía un bebé. Estaba traumatizada, pero cuando llegó su confianza aumentó mucho», señala la directora, quien lamenta que muchas de estas madres rechazan a sus hijos al ser fruto de una violación.


DUHAMABI también proporciona a algunas de estas mujeres empoderamiento emocional cuando así lo requieren con el claro objetivo de que «no sean dependientes» y «puedan superar sus traumas».


«Cualquier mujer puede hacer lo que hacemos aquí. Sólo hay que mirar a cada estudiante y ver de lo que es capaz», concluye Christina.


Ahora, ya instaladas todas en el nuevo centro que KARIBIA les ha facilitado, y con los recursos (pocos aún) que por ahora se han podido suministrar y nuestro compromiso en seguir buscando financiación, Christina y todas estas chicas, ilusionadas, encaran un futuro un poco más prometedor si cabe.

 
Sewing empowers Tanzanian girls

Needle and thread become the tools for many women and young girls in Kigoma to survive. Christina Lwelamila, 74, founded the local NGO DUHAMABI (Dumisha Haki ya Mama na Binti, which in English means Upholding the Rights of Women and Daughters), in order to be able to achieve gender equality and employment opportunities for girls and young women at risk of social exclusion in Kigoma, Tanzania.

"We started in 2017 being very small and teaching many girls still in their teens from scratch. Our aim is to empower them to be able to sustain themselves and empower others," explains Christina.


The DUHAMABI center is a socially-oriented training workshop that provides vocational and employment empowerment for Kigoma women living in the slums of Katubuka, Buhanda and Businde.


Many women have found in sewing a way to survive and progress, as Jenifar did when she had to take care of her five children alone at the age of 40. «I have learned to speak freely. At first I was afraid to express myself, but now I know that I can create, sew and then sell what I produce», and now, at 52, she feels like «a different woman».


In these three suburbs of about 35,000 inhabitants, which have no sewerage system and most households are not connected to electricity, thousands of women are employed in the informal sector (where more than 80% of Tanzanians work), an outlet that allows them to contribute to the family economy with an income of about 5000 Tanzanian shillings a day (just over 2 euros).


In response to this, initiatives such as DUHAMABI were born, whose promoter, Christina, started without the support of the government or any other organisation, with the sole objective of offering these women a decent opportunity.


Christina decided to start the project after observing the situation of the women in these 3 neighborhoods, many without access to education and with very few resources.

«The women here are incredibly creative, they always bring with them new ideas, they just need the confidence to achieve their goals. After spending some time with us, they all want to become entrepreneurs», Christina explains.


Following the dream of a workshop of one's own

Having her own workshop is the dream of 20-year-old Elisabetta, who, without any specific training or the resources to continue studying, started the sewing course this September.


«I want to focus on my career, I can't depend on a man, I can only depend on myself.», says Elisabetta, who confesses that she draws inspiration for her designs from the people she sees in the street, and sometimes, when she has access to them, from television or magazines.

This shy-looking young woman with a problem of strabismus and reduced visual acuity has become a clear example of self-improvement. With her new glasses that we have provided her with, a new world of possibilities has appeared for her; « now I can spin the needle without having to resort to my companions », she says with a slight smile on his face.

« My dream is to have a workshop where hundreds of women without resources can work and thus be able to help them pay the rent, food or school fees for their children», she says with enthusiasm.


Sewing machines so that «they are not dependent».

The pedals of the few sewing machines they have (1 for every 4 girls) and the spools of thread never stop running in this small centre, where colourful African fabrics are combined in all kinds of styles and designs.


Between 2017 and 2021, this organisation has trained more than 120 girls, some of whom are already married and have children, although, as Christina acknowledges, the task «is not always easy» and there are some cases of failure among the participants in the project.


« A 15-year-old girl came to us, she had been raped and had a baby. She was traumatised, but when she arrived her confidence increased a lot, » says the director, who regrets that many of these mothers reject their children as the result of rape.


DUHAMABI also provides some of these women with emotional empowerment when they require it, with the clear objective of «not being dependent» and «overcoming their traumas».


« Any woman can do what we do here. You just have to look at each student and see what they are capable of » concludes Christina.


Now that they are all settled in the new center that KARIBIA has supported them with, with the resources (still few) that we have been able to provide do far and our commitment to continue looking for funding, Christina and all these girls are looking forward to a more promising future if possible.

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