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Foto del escritorKARIBIA ONG

"Kamala, el barrio de futbolistas"


Al principio solo era el fútbol y todos parecían contentos con ello, sobre todo los niños que lo practicaban por las tardes. Pero poco a poco aquel entretenimiento banal ha crecido hasta proyectar una esperanza de transformación para todos ellos, y quien sabe si para todo el barrio de Kamala, en la periferia de Kigoma, ciudad del oriente tanzano bañada por el legendario lago Tanganica y con el sinuoso perfil de las montañas del Congo dibujándose frente de sus costas.


En las calles del barrio de Kamala, un pequeño laberinto que se extiende colina arriba, conformado por los añadidos que a lo largo de los años se han yuxtapuesto, se suceden las humildes casas, en su mayoría de adobe y chapa, y colindando a la única carretera asfaltada que conduce a la ciudad se despliegan pequeños puestos callejeros en los que se ofrece comida, frutas u otras cosas necesarias para el día a día: velas, paquetes de galletas, chanclas, linternas, golosinas, jabón de palma, sal, azúcar... O peluquerías donde mujeres y hombres pasan eternidades o talleres que arreglan casi todo, por muy viejo e inservible que parezca, y el corrillo de los “boda boda”, los moteros para el transporte de pasajeros, una de las pocas salidas profesionales que tienen los jóvenes aquí y con el que se pueden ganar la vida más o menos dignamente.


Pero es, en barrios como éste, donde desde la adolescencia, la falta de oportunidades empuja a muchos de sus habitantes a buscar en las actividades varias, algunas veces de dudosa legalidad, un medio de subsistencia.

“Eso lo trae la pobreza, la falta de recursos hace que muchas familias no puedan pagar la escuela de sus hijos. Éste es un barrio de gente pobre, pero trabajadora y honesta. La delincuencia llega cuando no hay medios, cuando hay pobreza y ése es, quizás, el mayor problema que tenemos aquí. No tenemos apoyo de nadie”, nos comenta Samir.


Y es que un gran problema de Kamala es la falta de trabajo y perspectivas de futuro para los jóvenes, y de infraestructuras: pocas casas tiene electricidad y agua, y las calles, sobre todo cuando llueve, se convierten en ríos de barro.


Fue la situación de los jóvenes de Kamala lo que llevó a los hermanos Samir y Sadali a organizar un equipo de fútbol, Timuyetu, con la intención de conseguir que los niños tuvieran un refugio más allá de la escuela y de sus hogares donde sentirse seguros y alejados de las tentaciones que les ofrecía su futuro más que incierto y de esta manera también apoyar actividades deportivas de calidad, y detectar y promover el talento entre ellos.


Los entrenamientos comenzaron, los chicos se esforzaban y la municipalidad, les cedió un terreno para hacer allí el campo.

Al principio era solo eso, fútbol: entrenamientos y partidos, y la posibilidad de enfrentarse a otros equipos de los otros barrios de Kigoma, aunque fuese con una indumentaria prestada y con botas viejas y desarraigadas cuyos números raramente coinciden con el que calzan.


Desde aquellos inicios hace ya unos meses, todas las tardes, después de clase, se vienen realizando los entrenamientos. Aunque el equipo no cuenta con ningún tipo de material para llevarlos a cabo de manera que puedan alcanzar un nivel técnico más óptimo, salvo un campo donde correr y las mejores de las intenciones, allí están todos los días. Unos corren alrededor de su perímetro, otros hacen rondos por el pedregal, otros zigzaguean con el balón entre piedras o troncos, en ausencia de conos, al fondo un partidillo, los porteros a lo suyo con su entrenador bajo los palos de la portería, aunque ésta no tenga red.


Entre todos, y aprovechando la larga temporada de lluvia que azota esta parte del país que va de octubre a mayo, han estado plantando hierba en el terreno de juego, y poco a poco han conseguido que presente unas mejores condiciones para los entrenamientos y se reduzcan así las posibilidades de lesionarse. Eso sí, ante la ausencia de cortacésped, todos, niños, entrenadores, amigos, se turnan para, a machetazo limpio, rasurar la hierba todo lo que la pericia y la destreza les deja.

El problema vendrá a partir de ahora, cuando durante 4 meses, no caerá ni una sola gota, y sin agua, será muy difícil, por no decir imposible, mantenerlo. Y es que conseguir los fondos que permitiría hacer llegar el agua al campo no es fácil aquí.


Es de esta manera como Timuyetu se puede convertir en una herramienta de cambio social y eso ha provocado que muchos más niños se unan a él (actualmente ya son 30). El proyecto tiene muy claro que la educación es el verdadero motor que puede cambiar la realidad de estos jóvenes, por eso pone gran esfuerzo en que todos sigan estudiando hasta donde puedan, al menos hasta terminar la Primaria con 14 años. Pretender pasar a secundaria es un reto que solo pocos conseguirán (en Tanzania, solo un 40% de los estudiantes de primaria subirán de nivel). Por ello, con más razón, el proyecto es tan pertinente en Kamala. Y es que en el barrio solo existe un centro de educación: el colegio Kigoma Primary y sus aulas están abarrotadas.


Además, detrás ronda el sueño de crear una academia de fútbol en el barrio, que sea un aglutinador de todas estas esperanzas y virtudes, y que un día también pueda surtir de jugadores a los equipos de las diferentes divisiones nacionales, y quién sabe si a los grandes equipos de las ligas europeas.


Pero no podemos obviar que el fútbol no tiene que ser solo un fin en sí mismo, sino también una herramienta para ofrecer oportunidades a los niños. Un instrumento que puede ser utilizado para atraer a los jóvenes y ofrecerles valores y alternativas distintos de los que ven en las calles, sin que por ello su único objetivo tenga que ser el de llegar a ser profesionales de las ligas europeas.


Samir lo vió claro desde el principio: “Todo el mundo quiere que sus hijos se desarrollen, que cambien. A nadie le gusta ver a sus hijos metidos en cosas malas. Por eso, este proyecto de fútbol ayuda a que los jóvenes se reúnan para hacer actividades lo cual ayuda a que estén ocupados y eso es bueno para todos. Todo Kamala nos estamos beneficiando de él”. Quién sabe si de este primer proyecto que quería surtir de jugadores a los equipos de fútbol europeos puede salir la fuerza para cambiar la vida de todo un barrio.



"Kamala, the footballer's slum"


At first it was just football and everyone seemed happy with it, especially the children who played it in the afternoons. But little by little that banal entertainment has grown to project a hope of transformation for all of them, and who knows if for the entire Kamala neighbourhood, on the outskirts of Kigoma, a city in eastern Tanzania bathed by the legendary Lake Tanganyika and with the winding profile of the Congo

mountains silhouetted against its shores.


In the streets of the Kamala neighbourhood, a small labyrinth that stretches uphill, made up of the additions that have been juxtaposed over the years, there are humble houses, mostly made of adobe and sheet metal, and along the only paved road leading to the city there are small street stalls offering food, fruit and other daily necessities: candles, packets of biscuits, flip-flops, lanterns, sweets, palm soap, salt, sugar. .. Or hairdressers where women and men spend eternities or workshops that repair almost everything, no matter how old and useless it may seem, and the "boda boda", the bikers for passenger transport, one of the few professional outlets that young people have here and with which they can earn a more or less dignified living.


But it is in neighbourhoods like this one that, from adolescence onwards, the lack of opportunities pushes many of its inhabitants to seek a means of subsistence in various activities, sometimes of dubious legality.

"The lack of resources means that many families are unable to pay for their children's schooling. This is a neighbourhood of poor but hard-working and honest people. Crime comes when there are no means, when there is poverty, and that is perhaps the biggest problem we have here. We have no support from anyone," says Samir.


A major problem in Kamala is the lack of jobs and future prospects for young people, as well as a lack of infrastructure: few houses have electricity and water, and the streets, especially when it rains, turn into rivers of mud.


It was the situation of Kamala's young people that led the brothers Samir and Sadali to organise a football team, Timuyetu, with the intention of providing the children with a refuge beyond school and their homes where they could feel safe and away from the temptations offered by their more than uncertain future, and in this way also support quality sporting activities, and detect and promote talent among them.


The training sessions began, the boys made an effort and the municipality gave them a piece of land to use as a football field.

At the beginning it was just that, football: training sessions and matches, and the chance to play against other teams from the other neighbourhoods of Kigoma, even if it was with borrowed clothes and old, tattered boots whose size rarely matched the ones they wore.


Since those early days a few months ago, training sessions have been held every afternoon after school. Although the team does not have any equipment to carry them out so that they can reach a more optimal technical level, except for a field to run on and the best of intentions, they are there every day. Some run around the perimeter, others make rounds around the rocky area, others zigzag with the ball between stones or logs, in the absence of cones, in the background a little game, the goalkeepers do their thing with their coach under the goal posts, even if the goal has no net.


Together, and taking advantage of the long rainy season that lashes this part of the country from October to May, they have been planting grass on the pitch, and little by little they have managed to get it in better condition for training and reduce the chances of injury. Of course, in the absence of a lawnmower, everyone, children, coaches, friends, take turns to shave the grass as much as their skill and dexterity will allow them to.

The problem will come from now onwards, when for 4 months, not a single drop will fall, and without water, it will be very difficult, if not impossible, to maintain it.

The fact is that raising the money that would allow water to reach the pitch is a difficult mission to achieve here.


This is how Timuyetu can become a tool for social change and this has led to many more children joining the project (there are currently 30). The project is very clear that education is the real driving force that can change the reality of these young people, which is why it makes a great effort to ensure that all of them continue studying as long as they can, at least until they finish primary school at the age of 14. The challenge of moving on to secondary school is one that only a few will achieve (in Tanzania, only 40% of primary school students will move up to the next level). This is all the more reason why the project is so relevant in Kamala. There is only one school in the neighbourhood: Kigoma Primary School, and its classrooms are overcrowded.


In addition, there is the dream of creating a football academy in the neighbourhood, which would bring together all these hopes and virtues, and which could one day also supply players to the teams in the different national divisions, and who knows, maybe even to the big teams in the European leagues.


But we cannot forget that football should not only be an end in itself, but also a tool to provide opportunities for children. An instrument that can be used to attract young people and offer them values and alternatives to what they see on the streets, without their only goal being to become professionals in the European leagues.


Samir saw it clearly from the beginning: "Everyone wants their children to develop, to change. Nobody likes to see their children involved in bad things. That's why this football project helps to bring young people together to do activities which helps to keep them busy and that's good for everyone. All of Kamala is benefiting from it. Who knows if this first project, which aimed to supply European football teams with players, could be the force to change the life of a whole neighbourhood.



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